31 de agosto de 2011

Parar el tiempo

Yo no escogí enamorarme de tí, pero la primera vez que te besé, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo y fue increíble... y la hora exacta de ese beso, eran las doce y diez, y quité la pila del reloj, para que se quedase la hora marcada para siempre, parada. El minuto exacto en el que me besaste, está metido en un reloj, para siempre... y ya nunca sé que hora es, pero me da igual, y desde entonces miro constantemente el reloj.